La llegada del verano provoca, inevitablemente, que prestemos más atención a la salud de nuestra piel.
Una exposición exagerada durante los días de sol puede causar la aparición de manchas, sequedad o envejecimiento prematuro.
Por ello, tras el invierno, es importante realizar una exposición al sol de manera gradual (poco a poco) y siguiendo unos parámetros de seguridad.
-Comienza por exfoliar tu piel una vez a la semana (de manera suave). Así, eliminarás impurezas y células muertas y conseguirás lucir un bronceado uniforme.
Por otro lado, en estas fechas, resulta contraproducente realizar tratamientos para disimular manchas y marcas, usar el láser, la depilación definitiva o técnicas similares, ya que pueden provocar el resultado contrario al deseado: la aparición de manchas.
–Hidrátate de manera constante. Aprovecha un momento del día (después de la ducha, antes de dormir o cuando mejor te convenga) para aplicarte crema hidratante. Esto es necesario, ya que el sol tiende a secar la piel y abrir los poros cutáneos restándole brillo. Además, esto aportará elasticidad y firmeza a la epidermis. (Prueba a hacerlo con las hidratantes de Instituto Español).
-Incluye en tu dieta alimentos ricos en vitaminas A, E Y C. Estos favorecen las defensas de la piel. Actúan como antioxidante y evitan el envejecimiento de las células de nuestro organismo. Puedes encontrar estas vitaminas en verduras de hojas verdes como: berro, acelga, espinaca y coles de Bruselas.
Además, cuando la época estival se acerque necesitarás una crema que te ayude a proteger tu piel de los rayos de sol. Aunque todo depende de tu tipo de piel, busca una que al menos tenga un factor 15 de SPF.
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