De la Edad de Piedra al siglo XXI: ¿Conoces la historia del perfume?
Según los expertos en psicología, los perfumes aumentan la autoestima y favorecen las relaciones sociales, pues una persona que se perfuma se encuentra mejor consigo mismo y puede convertir el perfume en un elemento relevante de su personalidad. ¿A quién no le encanta oler bien? Sin embargo, no todos conocemos la historia del mismo, por eso estamos aquí para contártelo. ¡Acompáñanos en el recorrido!
El origen del perfume
Nos remontamos a la Edad de Piedra. Aquí, los hombres quemaban maderas aromáticas y resinas que desprendían un olor agradable con la intención de complacer con humo a sus divinidades. Esto recibía el nombre de «per fumum» en latín, lo que luego se convertiría en el término “perfume”.
Mesopotamia y Egipto
A pesar de no tener mucha documentación al respecto, se sabe que en Mesopotamia existía una perfumería para uso ritual y personal. Según una tablilla cuneiforme encontrada (hacia el año 1200 a.C.), los primeros perfumistas de los que hay constancia eran mujeres, que creaban perfumes con mezclas de flores y plantas.
En Egipto, por otro lado, utilizaban bastante los perfumes para temas religiosos, usando diferentes esencias dependiendo del momento del día. Los egipcios no conocían la técnica de la destilación, pero utilizaban otras como el enflorado, la maceración en aceite o la extracción por presión, pues el buen olor era muy importante para ellos. Tanto es así, que las mujeres de la alta sociedad que se colocaban bajo las pelucas unos recipientes de forma de cono con grasa impregnada en perfumes para que el olor se fuese liberando con el calor corporal.
India y China
En la antigua China, el perfume se guardaba en “bolsitas perfumadas”, pequeños saquitos de tela o de hilo de oro con hierbas aromáticas en su interior. El origen de estas bolsitas es aún un misterio, aunque encontramos evidencias artísticas en muchas de las obras pictóricas de sus dinastías.
Grecia
Los griegos llenaban de perfumes sus mitos, perfumaban con aceites las estatuas de sus dioses, los cuerpos de los atletas y de las mujeres. A Alejandro Magno, por ejemplo, además del incienso y la mirra, le encantaba el azafrán, y hacía empapar de él sus túnicas para dejar una estela de olor a su paso.
Por otro lado, en cuanto a la mitología griega, existen numerosas referencias al perfume. Afrodita era la diosa del amor, la belleza y la fertilidad, y siempre se presentaba con olor a rosas. Cuenta la mitología que las rosas eran las propias lágrimas que ella había derramado por Adonis mientras él agonizaba en sus brazos. De sus lágrimas surgieron rosas blancas, pero algunas se tiñeron del rojo de su sangre, pues se hirió en unas zarzas intentando salvar a su amante. Otra versión del mito cuenta que el perfume nació cuando Afrodita salpicó una rosa con una gota de sangre, que se tornó de color rojo. Después, su hijo Eros la besó, otorgándole un maravilloso aroma.
Roma
En Roma se crea el primer gremio de perfumistas, los “ungüentarii”. Allá por el siglo I d.C. Nerón llegaba incluso a perfumar a sus animales, y se cuenta que, en el entierro de Popea (su mujer), Nerón gastó la cantidad de perfume que los perfumistas de Arabia producían en un año entero. En la Biblia encontramos también referencias a perfumes en ocasiones especiales: incienso y mirra, por ejemplo, en el nacimiento de Jesús o el momento en que la hermana de Lázaro unge los pies de Jesucristo con perfume. Además, se alude bastante al nardo y a su valor simbólico en esta época.
La Edad Media
Con el imperio bizantino resurge el perfume en toda la zona del Mediterráneo oriental. Su capital es Constantinopla (ahora Estambul). La cultura del perfume en la civilización árabe dan un impulso y surgen nuevas materias primas como el ámbar gris, el almizcle o el agua de rosas. Los árabes perfeccionan el conocimiento adquirido de culturas anteriores con el alambique.
Esta fue una época de grandes sucesos como las Cruzadas, los viajes de Marco Polo, las misiones comerciales italianas… Todo esto aportó nuevas técnicas y materias, pues traían productos y nuevas ideas de otras culturas.
El barroco
En los siglos XVII y XVIII la perfumería triunfa en Versalles y las cortes de Francia, y se expande por Europa. En 1709, Jean-Marie Farina crea un perfume con el nombre de Eau de Cologne (Agua de Colonia) en honor a la ciudad alemana en la que vivía, y se convierte en la fragancia favorita del emperador, los nobles, y las casas reales del mundo. Esto da lugar a un nuevo gusto por las notas frescas y cítricas que asemejaban al Eau de Cologne.
Siglo XX
En 1828, François Coty crea el perfume «Chypre«, el cual debido a su gran éxito comienza a extenderse por Europa y se posiciona como perfume de lujo. De este modo, Coty se consideraría padre de la perfumería moderna.
En 1921, se lanza Chanel Nº5, un perfume que no solo tuvo relevancia en su momento sino que ha perdurado hasta el día de hoy, siendo un auténtico icono en la firma de Coco. Pasando por los años 30, tras la Segunda Guerra Mundial, comienzan a popularizarse los perfumes con olor a cuero. Además, se empiezan a clasificar algunos perfumes como «perfumes de alta costura», pues Christian Dior une moda y perfumería, lo que provocaría que en los años 50, casi todas las grandes marcas de la moda tuvieran su perfume. Paralelamente, comienzan a industrializarse perfumes más ligeros y por tanto, más asequibles, dando lugar también a los «Eau de toilette» masculinos.
Llega la era de la revolución y la reivindicación, y entre los 60 y los 80 las mujeres quieren mostrarse sofisticadas y provocadoras, convirtiendo el patchouli en la nota principal de sus fragancias. Esto cambiará llegados los 90 y los 2000, ya que en estos años los perfumes dulces, con olor a vainilla o a caramelo son tendencia, buscando de alguna manera rememorar la infancia. Además, el hombre comienza a perfumarse con la intención de seducir, y se introduce el calone, que produce un olor a brisa marina.
Siglo XXI
Actualmente, existen infinidad de perfumes y olores para todos los gustos, pues los hemos introducido en nuestro estilo de vida como una pieza imprescindible. Desde Instituto Español, queremos fomentar lo que un buen olor nos hace sentir cuando lo llevamos puesto, y trabajamos para que cada uno logre encontrar el que le haga sentir único.
Y tú, ¿has encontrado ya el tuyo?