Las rutinas ayudan a mantener el orden en casa, gracias a ellas los peques saben qué toca en cada momento, sin que se quede nada por hacer. Consiguiendo llevar a cabo unas pautas generales, un acuerdo de mínimos entre los diferentes miembros de la familia.
De esta forma se supera los largos meses invernales. Pero ¿qué hacemos con las rutinas en verano? ¡Qué no cunda el pánico!
El cole, el gran ausente en verano, o la guardería en caso de los más pequeños. En aquellos que vayan a cursos o campamentos de verano pueden hacer una adaptación, ya que estos no suelen ser tan rígidos, y sus horarios tampoco son tan extensos, de forma que no se produce un cambio radical entre el «periodo escolar» y el mes de Agosto o las vacaciones propiamente dichas.
En estos casos, las rutinas suelen verse afectadas, por el cambio de ambientes, cuidadores y por el descenso de estímulos. Incluso aquellos niños que son cuidados todo el año por sus abuelos o por uno de los padres, notan la llegada del verano. Tenemos la suerte de tener una cultura muy sociable y un tiempo propicio para ello. Somos de salir, de quedar con amigos, la familia, de disfrutar de ese sol que tantos meses llevamos esperando y es justo ese sol el que nos va a marcar las nuevas rutinas.
Nos levantamos y acostamos más tarde. Los desajustes y deshoras de las comidas y los pequeños cambios que se van sucediendo, se suman a la no rutina de estas fechas. Y son todos estos cambios en la rutina de los más pequeños los que suelen afectarles haciendo que a medida que se van sucediendo los días de verano, vayan desapareciendo los hábitos de las rutinas. La seguridad de su día a día, es lo que les ayuda a ver que la vida no es algo rígido y que cambiar es algo positivo, pero con calma.
Está claro que los cambios afectan a los más pequeños, pero podemos minimizar los efectos negativos de estos y potenciar los positivos. Así por ejemplo, en un día en la playa podemos preparar un «picnic» de forma que si en casa el mayor pone sus cubiertos en la mesa, aquí lo siga haciendo. Si luego dormimos la siesta siempre podemos reforzar el que podamos dormir con papá o mamá. Incluso podemos fabricar nuestra propia cama de arena.
Tenemos que tener en cuenta que, no todos los niños soportan igual los cambios de horarios. Es posible que veamos a niños trasnochar sin que parezca afectarles este hecho y sin embargo el nuestro quiera irse a dormir o empiece a mostrar esos inequívocos síntomas de que necesita dormir. No debemos olvidarnos que incluso en vacaciones ellos siguen creciendo y un tiempo adecuado de descanso es necesario. Apóyate del momento baño, para compartir un rato con el peque, le aportará tranquilidad y relajación.
Pero tranquilo, con calma y paciencia, ¡todo se puede!
Y tus peques ¿cómo llevan el cambio de rutinas en verano?